sábado, 27 de septiembre de 2014

Capítulo I

SALVACIÓN

La Salvación es un tema centrar del Cristianismo, está fundada en la valoración que se tiene de Jesús, en éste caso Jesús - Verbo cumple la promesa de amor de Dios con el hombre. Jesús visto como modelo más que como Dios es más válido cuando se trata de aprender, de vivir porque todo aprendizaje es vida. Aprender de Jesús requiere de la fe también y es modelo del cristiano que confía. Dada la realización del hombre con Dios se realiza su vida y esa realización no viene de un conocimiento intelectual como el que estamos llevando a cabo nosotros ahora. Éste conocimiento cuando es sabiduría se transforma en un Amor arraigado al modo de vida humano que está tan dentro de él que su Alma desea más que su propia salvación ser salvadora de otras almas. Es como en la película Titanic podríamos decir donde Di Caprio queda bajo el agua salvando a su amada. Así la salvación es para dos y no para uno. En Jesús es para todos y para él en último lugar tanto así que desciende a los infiernos y resucita por amor de Dios. Podemos decir entonces que cuando nosotros que somos pequeños Cristos y que vamos cumpliendo nuestra misión en la tierra y si nuestro amor se vuelve incondicional y omniabarcante llegamos a la pasión por el todo Creado que es Dios y ya que somos o tenemos a Dios como vivo diciendo Dios salva a Dios como Dios salva a Jesús. 
La tarea del hombre cuando se ama es amar y un hombre que ama y se ama es un hombre extremadamente realizado en el mundo espiritual. Entonces cuando llega la valoración del interior propio llega el amor y es ese amor el síntoma de todo conocimiento. Cristo es amor y amarlo es conocerlo. Conocerlo es saber que lo único que existe es el amor. Si bien podemos creer a veces que estamos fuera del amor o apegados o incluso otras veces que amamos sin medida esta es sólo una realidad pasajera, la canción dice "Cielo y tierra pasarán más su Palabra no pasará", y como nosotros somos una realidad un tanto material cambiamos continuamente nuestro modo de ser, más Jesús no se muda en nosotros, el problema es la visión que tenemos de Él o un conocimiento que se olvida dada la materialidad del mundo. En éste caso el amor a Cristo que se transforma en un amor en común se vuelve un nuevo comienzo de búsquedas hasta que damos con una visión ya se pasada o nueva que nos devuelva la fe. Personalmente no poseo religión y todo lo que atraiga amor a mi vida es fuente de valoración de la persona, ya que amando al otro y queriendo una vida mejor en común se puede creer en ser mejor uno mismo. 
Pero el hombre de hoy se puede decir posee cierto Marxismo en su ser, hay un ser marxista que lo lleva a creer que con el interior no se puede llegar a verdaderas realidad más allá de la materialidad y el cálculo. Así el hombre continuamente está haciendo girar una rueda de deseos y frustraciones que se auto genera de principio a fin... El rasgo común del hombre marxista es que sufre pero es frío, ha olvidado que existe la vida e incluso no sabe que vive sino cree en el pensamiento Cartesiano, "pienso, luego existo".
Si bien en éste capítulo no citamos pensamientos bíblicos estamos analizando desde un punto más occidental la vida mesiánica y con ello llegamos a la conclusión que la emoción de vida conduce irremediablemente a la experiencia, y ésta cuando confiamos en Jesús nos lleva al amor el cuál transforma la experiencia en conocimiento y podemos pintar nuestras emociones nuevamente a nuestra voluntad. Pero si nuestro interior no está dispuesto a recibir a Jesús no existe el instante en que podamos cambiar y cómo se trata de instantes podemos decir que el momento para Jesús tendría que estar consagrado y preparado. Caso contrario una oración podría quedar en el desvalor celestital... porque si Jesús murió en la Cruz simbólicamente para un  pueblo pecador simbólicamente para un hombre que lo integra a su vida y busca salvación para él debe dejarle lugar para Él así lograr no sólo a amarse Él sino amar a Jesús que es Amén como dijimos y por ello intención por el pueblo de Israel. 
Al final de éste capítulo escribiremos oraciones y meditaciones dedicadas al Amén Jesús de Dios de Nazaret y así alcanzar un estado más puro de consciencia, los ejercicios se basarán en el último capítulo de ésta primera parte que se llamará Bendición y Gracia por ser principio y fin una y otra de lo que somos en nuestro interior cuando Dios nos traspasa con su Luz. 
Volviendo a la cuestión de ser salvos, se puede ver que la salvación tiene dos componentes..."salvar de" y "salvar para"
Salvamos del pecado, de la ira y de la muerte cuando corregimos nuestra vida y la de otros, ésto se produce con la fe en Jesús que nos transforma, ésta salvación es intrínseca a la necesidad que sólo Dios conoce en nosotros y cuya fe le ponemos es substancial. Es como un ciego viendo en la oscuridad con su bastón que es Jesús. 
Salvamos para el Reino de Dios, ya que ésto es así ambas salvaciones van unidas porque si nuestra necesidad, sea un enfermedad ejemplo no será curada para acceder a principios de felicidad santa no tendremos de la gracia divina. Dado ésto el amor primero en Dios es a lo que hay que recurrir al orar.
Entonces, como vemos siempre, la oración y el rezo dependen de un estado de gracia santa, que puede ser llamada Espíritu al que oramos siempre al iniciar un ejercicio espiritual pero dada la predilección que poseo primero accedo al interior humano de sus principios de amor hacia él primero y hacia los demás también para así con palabras que tengan cada una un significado de valor en el Reino de Dios sus oraciones resulten de comunión con Jesús y sean Verbo en cada una de sus sílabas para así tomar desde un principio la magnitud a la que se enfrenta que es la de hablar con su Corazón, con Jesús, por ello en el próximo capítulo ya nos iremos preparando para acceder al don primero que es la oración mediante asignaciones verbales de rezo y oración habiendo ya conocido el Fin de Dios que es la salvación, el Amén y habiendo conocido siempre en éstos 3 capítulos que la inclinación de nuestro corazón tiene que ser descubierta. Ésta será otra tarea fundamental, descubrir el anhelo espiritual para llegar a la gracia de Dios Jesús que es el amor propio y al hermano.

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