viernes, 26 de septiembre de 2014

Capítulo I

AMÉN

Cristo es el Amén de Dios, su respuesta afirmativa y definitiva. Amén decimos al finalizar una oración o rezo y significa el Así Sea el Hágase de María. En ella, la madre de Dios, encontramos el recorrido de Dios desde los cielos hasta la tierra con todo su poder y gloria que es el Hijo mismo en el Seno Inmaculado de María, María como madre de Dios es el símbolo que tiene el cristiano de humildad y sencillez en la vida siguiendo una vida espiritual. Porque ser feliz no implica tener muchas cosas, ser feliz consta de más bien no tener deseos de nada y por ello tener a Dios en el interior. La madre se muestra dócil a las inclinaciones del Espíritu en su virginidad y es desde allí desde donde el hombre de hoy encuentra un modelo de vida para su felicidad. María es sinónimo de felicidad.
Ahora bien, Amén es la afirmación anhelante del deseo que tenemos para con Dios en nosotros. Si bien el hombre no sabe orar en principio dado sus abundantes motivaciones egoístas Dios le muestra el Camino de la oración cuando emprende el hombre el comunicado con el Padre pues el Espíritu consolador lo prepara la la realización de las palabras en el interior. "Por que todas la promesas de Dios en él fueron cumplidas, y así a nosotros en él respondió Amén a gloria de Dios" 2 Corintios 1 - 20, es Jesús el amén de Dios como dije al principio y es éste el final de cada oración por eso en vez de decir Amén podemos decir Jesús. 
Pues bien, si Dios ha cumplido su promesa y Dios está en nuestro interior como toda espiritualidad avanzada lo supone se trata de una separación entre nuestra naturaleza pecadora y la santa o mejor aún.... celestial. Dado el pecado introducido en un ámbito de vida interior, una estructura de pensamientos que es contaminada es allí donde radicará la consolación de Dios y donde existe el dolor y aquél Nuevo Hombre que nace para el Nuevo Mundo nace desde el interior de la persona que cada vez que dice Amén está diciendo "hágase tu voluntad Padre Mío" ya sea que seamos de otra religión y creamos en otro Verbo o que creamos en nada y seamos ateos, siempre existe la posibilidad de nacer de nuevo porque nunca nos separaremos de nuestro Verdadero Yo que es el Núcleo Divino o Dios. Ahora que su canalización al mundo puede venir por una razón de nuestra fe interna o incluso por la fe de otros que aparecen en nuestra vida como seres clave y el nuevo momento, las nuevas experiencias gratificantes comienzan a darse a luz. Es por Dios en su Amén que Jesús mismo dijo "amen sen como yo los he amado" y con ello nos da a entender que desde el otro es desde donde está Jeshua, también "amarse a sí mismo" es sentirse un verdadero cristiano y no estar acortando la vida con el pecado de las drogas o el sexo. 
No es difícil comprender que la salvación llega de mano de Dios cuando sabemos que Dios comprende todas nuestras motivaciones porque Dios no está más allá de nuestras narices sino dentro nuestro y ese Ente es quién decide que hacer con nosotros de acuerdo a las decisiones que nosotros tomamos. Pues por ello también nos envía el Espíritu que no es más que mentes que están por encima de nosotros y nos guían en la Gran Obra con sus energías. Así entonces Amén es el hágase la voluntad santa también, la voluntad de otros y no sólo las nuestras sino de guías en éste mundo y el otro. Hombres que deciden emprender la tarea de evangelización y que ya partieron a la Casa del Padre o que están entre nosotros, más si oramos por estas personas sus energías nos hacen fecundos en nuestras vidas. 
La tarea empieza en la oración como puede ver y termina en ella con el Jesús, el Amén. Una tarea que requiere perseverancia pues la oración del ser es la comunicación con Dios y para estar bien comunicado habría que hablar con Dios todos los días. Amén es el cumplimiento de Dios por toda la obra santa que existe en el mundo y que revela al Cordero en Expiación de nuestros pecados. Porque perdona y porque salva, por eso Dios y Amén son el inicio y el fin de la oración santa que conlleva la Nueva Vida. Ésta Nueva Vida es la razón de ser pecador y estar camino a la santidad que sí es posible y que tiene que empezar con el rezo constante. Entregarse a Dios por lo tanto significa Nueva Vida día a día para cambiar nuestras intenciones oscuras que nos ocultan a la Luz.
Cuando la Luz penetra en nuestros corazones es cuando iniciamos un nuevo camino y la Luz a de permanecer encendida para alcanzar la paz. Todo ésto se sintetiza en el objetivo final de éste libro que es valorar la propia persona que no se valora en razón de lo que tiene sino de lo que hace y ES. Éste ser así llega a su cumbre en Dios y Jesús al ser el Amén Divino junto con las mentalidades purificadas en el Ente nos acerca con mayor brevedad al Plan y toda demarcación que nos alejase queda borrada. Por eso creer en Dios y decirle Amén es tener amor, sinónimo de Jesús y una sabiduría propia del Hágase de María en la humildad y la simplicidad de no anhelar más que ser esclavos de Dios.
La integridad humana se desluce en la fe, la fe en Jesús es creer que Dios está con cada uno de nosotros y con todos por lo que no conlleva apatía ni rencor, sino es toda amor y luz y ésto se pone en práctica día a día con actos de la propia persona que se ama a sí misma en primer lugar, ya que quién ama a Jesús no puede odiarse a sí. Entonces se puede hablar de una toma de respuestas ante problemas propios de cada uno para acceder a las gracias. Porque una vez puesto Jesús en nuestras vidas el Padre empieza a cumplir con nosotros y las gracias nos sobran, pero es tarea de cada uno tomarlas y llevarlas a cabo como herramientas para cambiar su propia vida allí donde ve insuficiencias. En la pareja, el sexo, las drogas, el juego, el trabajo, la familia, las relaciones sociales, el estudio, allí mismo está el Amén porque Jesús es Verbo no sustantivo, es un Verbo que se mueve en todas las situaciones de la vida de cada uno para que ésta propia persona colocando amor y valoración en su vida descubra cambios de hábitos y actitudes, respuestas que harán que el mismo Dios cumpla con él como el mismo Dios quiere hacerlo pero él no le da el Amén, el confiar en Jesús para que se realice el acto pleno de amor y comunión con el Padre. 
En fin de cuentas se trata de la entrega en la Cruz como un Amén que otro hombre hace 2000 años hizo por nosotros y cumpliendo la voluntad Resucita y es elevado al Cielo para demostrar que toda vida humana es valerosa y no merece condena de muerte. En éste sentido el cambio es posible como dije y necesita confianza, confianza y entrega diaria, "hagan lo que Él les dice". "Juan"

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